Begoña Muñoz sigue «robando» imágenes por doquier, pero como siempre desde una visión, sutil, genial.
Pero que sería del verano sin sus tormentas… simplemente no sería.
Frente a este tríptico, aparecen recuerdos a la pintura barroca holandesa, esos paisajes de Rembrant, silenciosos, con una luz particular, que en este caso ha sido captada por una cámara de fotos.
Una luz que nos muestra la magestuosidad de la naturaleza, su poder, su energia. Una energia similar a la que ella tiene, vivaz, constante.
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